30 junio 2008

Acerca del Hemingway Nacional
A CADA CUAL LO QUE CORRESPONDE

Una aguja de casta de 62 libras de peso fue desembarcada en Cojimar el domingo 25 de mayo de este año. Nada de particular existe en relación con la especie, la talla o el lugar donde fue capturado ese pez. Lo que lo distingue de otras docenas de agujas desembarcadas en muy diversos sitios del litoral cubano en cualquier fecha es que este no fue cobrado con palangre, o con boya, ni siquiera en una línea trabajada a mano. Este debió ser capturado con un avío de vara y carrete, pescando al trolling o curricán.

Con este solitario castero, el equipo de la provincia de Holguín ganó el 46º Torneo Nacional de la Pesca de la Aguja Ernest Hemingway. Los afortunados fueron los pescadores Carlos Manuel González Ávila y Erenio Pupo, más los tripulantes del barco “Mandy”. Hubo premios asimismo para las representaciones de la Isla de la Juventud y Ciego de Ávila, por capturas de dorados.

Va siendo hora de revisar este antiguo torneo, que es uno de los pocos eventos de pesca deportiva que permanece en el calendario oficial del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER). La Federación Cubana de Pesca Deportiva viene realizando desde hace tres años un gran trabajo en la revalidación del deporte y sus competencias, pero todo lo relacionado con la pesca desde embarcaciones marcha a bastante distancia detrás de la pesca fluvial, de la realizada desde costa y en general de todo lo que se vincula con la pesca a vara y carrete.

Mientras en los certámenes de lanzado ligero la deportividad crece -y en este sentido emulan entre sí los eventos de spinning marítimo, los de la trucha y los de pesca a mosca-, los pescadores desde embarcaciones sostienen firmemente a mano límpia sus cordeles de monofilamento, y esto es en competencia. En la pesca diaria los alegres barquitos deportivos amontonan en popa sus boyas con banderolas, quien su palangre bien disimulado. Sea ello legal o no, no es deporte. Y aunque algunos se esmeran y una vez al año toman en la mano una vara de trolling y se embarcan en Cojimar a pescar por un trofeo Hemingway, no es ese el sentido de una competencia de pesca.

Un torneo, no habría que recordarlo, es la síntesis de una tradición deportiva. Cualquiera puede convocar uno con la justificación que quiera, ganar dinero, promover una marca comercial o celebrar un aniversario político, pero si no hay tradición deportiva no hay en el fondo torneo válido: por eso hace Cuba lo que hace en pelota y boxeo, y lo haría ventajosamente en la pesca!, y no puede hacer lo mismo en futbol o golf. Por eso defendemos que la pesca a vara criolla tenga certámenes desde municipio a nación, lo mismo infantiles que para adultos. Porque es la tradición y la base de todo el deporte. No se trata en esencia de cuánto pescado cogemos. De manera que si los organizadores mantienen un torneo como el Hemingway nacional, lo razonable es que la Federación exija que se compita a trolling, con vara y carrete, desde las eliminatorias municipales.

Cuando a las filiales provinciales de la FCPD les cae encima el compromiso de asistir a un torneo de pesca trolling, puede que ellos si acaso realicen unas eliminatorias en la modalidad que tengan a mano y los que sean elegidos traten apresuradamente de enterarse en que consiste el asunto cuando le pongan en la mano una vara de agujear unos minutos antes de embarcarse en Cojimar.

Lejos está 1972, cuando la captura superó el medio centenar de agujas y había unos 30 barcos en competencia. Hoy son más escasos los peces y encima los aficionados a la pesca desde embarcación están menos vinculados al deporte (¡cuánto desearía este redactor que le demostraran que está equivocado!). De modo que no contribuye a ningún fin positivo mantener en este prestigioso torneo una concepción que carece de sustento objetivo.

Podemos repetir viciosa y tontamente que “en Cuba hay la mejor y más abundante pesca que he visto en mi vida”, pero debemos advertir que ninguno de nosotros es Ernest Hemingway y que esa afirmación la escribió el escritor norteamericano en 1949, hará pronto seis décadas.
Queda entonces la opción de cambiar el enfoque y reconocer que hoy día debería ser importante que la pesca deportiva cubana asuma y enriquezca su propia tradición, intentando aprovechar todas las potencialidades que le ofrece el medio natural de este archipiélago, difundiendo las técnicas más deportivas, una ética convincente en la actividad amateur y un respeto ambiental consciente y comprometido.

Nada se pierde con probar a convocar un torneo abierto de pesca al curricán con vara y carrete, sin marcar una especie en particular, sino más bien un grupo de las posibles, para que la modalidad sea alentada de manera más inteligente. Los pescadores que lo consideren, pueden inscribirse, pagar los gastos y competir. Las filiales provinciales y municipales que lo consideren pueden inscribir sus equipos, pagar con sus fondos la inscripción y competir.

No hay que criticar que en una competencia de dos días salgan 15 barcos a pescar siete dorados y un castero. Lo que habría que conseguir es que quienes compitan lo hagan para medir habilidades que cultivan con la misma frecuencia que lo hacen los pescadores de otras modalidades. Los demás que hagan con su barco lo que quieran y la ley les permita, pero si vamos a hablar de deporte seamos serios.

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