YOSVANI
VA A PESCAR A MOSCA
Yosvany
Pérez Rubio, de la provincia de Holguín, me escribía en julio de este año,
interesado en adquirir un equipo de pesca a mosca que por un tiempo había
anunciado el blog CUBANOS DE PESCA. La oferta había caducado, pero Yosvany
persistió y de algún modo –alguno de los modos en que los cubanos adquirimos
nuestros avíos- ya posee su equipo, un kit Abu García # 7/8, con carrete y
línea WF 7, según me participa acabándose noviembre. Como tiene que montar sus
propias moscas, pregunta cómo, y nos da motivo para conversar amplio sobre el
tema, de principiante a principiante. Y digo:

El fly,
como te dije, es útil para todas las especies que pescamos en el país. Lo que
más vas a requerir, además de perfeccionar todo lo que puedas el lanzado –en el
agua y fuera de ella- es una gran paciencia y una gran capacidad de
observación. Te darás cuenta de que el fly permite una mayor diversidad de
presentaciones que el spinning, porque al manipular la línea directamente a
mano controlas con mayor detalle la velocidad, longitud y variaciones del recobrado:
halas una pulgada o un pie, muy rápidamente, muy suave y dando saltos por el
fondo, como si la mosca fuera un camarón
de paseo, o a rápidos avances en el agua, como un alevín con prisa por ponerse
a salvo de un depredados. Con esta técnica, lo que buscas no es una ensarta
llena, sino el reto, la vivencia. He estado todo un día lanzando a fly en la
costa, junto a un amigo que pescaba a spinning, y en un momento, cuando parecía
que el día nada iba a dar, ensarto un cibí de dos y media libras, lo trabajo
hasta el alcance de la mano y... lo pierdo. Pues esa pérdida no le quitó
sentido a mi trabajo del día: por difícil que estuvieran los peces yo lo había
descubierto, hecho picar y traído a mi lado, y lo que tenía que perfeccionar
era la fase final de cobrado, una vez que le había aprendido al cibí una
costumbre particular: no podía permitir que aflojara la línea. Así, más o
menos, es el proceso.
Durante
el lanzado siempre es conveniente atender el viento, su dirección y fuerza. A
veces no es posible percibirlo en la piel, y sin embargo al lanzar la línea
muestra una flojedad, una resistencia a avanzar en una determinada zona, y
descubrimos que por ahí estamos enfrentando un filo de brisa que debe ser
tomado en cuenta en el cálculo instintivo del lance. Recuerda que –si eres
derecho- debes recibir el flujo de viento por la izquierda, para que el vuelo
de la línea se aparte de tu cuerpo y se haga el lance limpiamente, sin peligro
de encajarse el anzuelo o ser golpeado fuertemente por la mosca. El tiro clásico
es con la caña recta, oscilando como péndulo invertido por encima de la cabeza,
sin bajar demasiado en ninguna de las dos direcciones; pero si el viento
molesta, puede hacerse el lanzado lateral, oscilando la caña a un costado y más
cercana a la posición paralela respecto al piso.
Toma la
línea en la mano mientras oscilas la caña (no más de tres o cuatro veces), arriando un tanto a cada impulso, mientras
bajas la caña en el momento del lance, en dirección al blanco. Si alcanzas diez
metros, estás bien, pero la primera tarea es lograr el avance de la línea de la
manera más lineal posible: la distancia viene después: con paciencia se llega a
15, con determinación, hasta 20 m, he visto lances de 32 metros.
Poco a
poco el aprendizaje nos acerca a la posibilidad de decidir el modelo de mosca
que debemos emplear en cada situación. No es necesario un arsenal inmenso, sino
lo mejor escogido posible. En agua dulce una imitación de camarón, un
“grillito” (la imitación de una ninfa de libélula), una “lombriz” para trucha,
que hago con una pluma fina de gallo (de la golilla, negra o pardo oscuro), con
un anzuelo fino y mayor del número 2, a cuyo montaje agrego una vuelta fina de
plomo cerca de la argolla para que trabaje cerca del fondo. Cuida que la mosca
que uses pueda ser portada sin esfuerzo por la línea. Una imitación de pez es
llamada streamer -“estrímer”- y es básicamente lo que nosotros llamamos “pollo”
o más propiamente la “chispa” para pescar en el mar: el anzuelo vestido con
pelos o plumas para que se mueva como un pez. También con un poco de lámina de
plomo enrollada sobre la caña del anzuelo, o sin lastre alguno. Lo otro es el
Popper, que lo mismo funciona en agua dulce que en el mar. Los hago con un
anzuelo de caña larga, de manera que me permita poner la cabeza del popper
(corcho, madera de balsa, etc.) y quede la curva libre para algunos pelos o
plumas. La trucha lo ataca; también el gallego, la picúa y otros en el mar.
Para montar moscas se necesita generalmente un torno de montaje. Consiste
básicamente en una mordaza de metal en la que se fija el anzuelo mediante el
ajuste de un tornillo u otro mecanismo que lo presione.
Montar
una imitación de camarón es un poco laborioso, y esta nota no quiere
extenderse, pero el “grillito” lo harás de este modo: toma un anzuelo chico y
plano, inoxidable y de superficie mate. Le pasas una capa de hilo desde la
argolla hasta el comienzo del pozo. De una de esas cadenas de bolitas usadas en
los tanques sanitarios o en encendedores de lámparas, corta dos bolitas y fíjalas
sobre la caña del anzuelo, del lado opuesto a la punta, de forma transversal al
eje del anzuelo. Entre el ojito y la curva del azuelo cubre la caña del anzuelo
con una capa no muy espesa de algún material de color atractivo (amarillo para
el mar; gris, verde olivo o pardo para el agua dulce), formando como un tallito
o cuerpo fino de libélula. Luego tomas unas fibras de pelo de chivo, pelo de
muñeca u otras y las anudas fuertemente en un pequeño espacio (2-3 mm) que vas
a dejar entre el ojo del anzuelo y el comienzo del “tallito” (que en lenguaje
de montaje de moscas se llama “dubbing”). Este haz de pelos, de similar color
al del dubbing, o diferente, se anuda en ese punto y debe dirigirse, formando
un abanico, hacia la punta del anzuelo. Este mismo “grillito” lo usas en el
mar, donde simula un pequeño crustáceo del fondo, pues su modelo es básicamente
una “Crazzy Charlie”, famosa mosca para la pesca del macabí en los bajos.
Para
practicar en tierra, te harás una falsa mosca, que es un ojete hecho de alambre
(3 cm) doblado en dos y torcido. El ojete es para anudar el líder, el segmento
torcido para colocarle una mota de material de color llamativo (a veces he
usado envoltura brillante de un caramelo), de manera que su visibilidad te
permita controlar el lanzado. Comienza suave, alejado de otras personas que en
su curiosidad pueda ser golpeadas por la mosca, que deben mantenerse apartadas
de los ojos! Controla el viaje de la línea y luego lanza. Cuando alcances una
distancia conveniente, inicia los tiros de precisión, haciendo algún blanco con
tapas plásticas de tanquetas de pintura o algo parecido. Mide la distancia para
que sepas lo que alcanzas. Una vez que tengas cierta confianza, ve al agua.
Recuerda
que necesitas espacio para realizar los movimientos de lance; es algo a lo que
te tendrás que acostumbrar lo mismo en la presa que en el mar. En agua salada
hay bastante amplitud, mientras en agua dulce te sentirás cómodo en una balsa.
Esto por ahora: cuando hayas llevado a cabo alguna práctica, escríbeme para estar
al tanto e irte indicando alguna idea más. Si te es posible, emplea la
fotografía también como documentación.
Otra
cosa: el “mosquero” es habitualmente conservacionista. Para empezar, no se
esmera uno en dominar una técnica más complicada y en general menos productiva
que la carnada o el spinning, solo con el propósito de acopiar pescado: puede
hacerlo mejor por las otras vías. Si un pez carece de talla útil o es una de
las especies que está en desventaja ambiental (cual nuestra biajaca criolla),
pues debemos soltarlo y dar el ejemplo. En Holguín hay buen ambiente de pesca,
por lo demás, y no me extrañaría que hallaras seguidores.
Mucho
éxito,
Ismael
León Almeida
1 comentario:
Excelente libro para el aficionado cubano nada de preferencias, hay de todo para todos los gustos, llegue a este blog gracias a ese libro lo cual agradezco al autor, en Cuba no conocía que había un movimiento de pescadores así. saludos desde Matanzas
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