27 noviembre 2013

YOSVANI VA A PESCAR A MOSCA
Yosvany Pérez Rubio, de la provincia de Holguín, me escribía en julio de este año, interesado en adquirir un equipo de pesca a mosca que por un tiempo había anunciado el blog CUBANOS DE PESCA. La oferta había caducado, pero Yosvany persistió y de algún modo –alguno de los modos en que los cubanos adquirimos nuestros avíos- ya posee su equipo, un kit Abu García # 7/8, con carrete y línea WF 7, según me participa acabándose noviembre. Como tiene que montar sus propias moscas, pregunta cómo, y nos da motivo para conversar amplio sobre el tema, de principiante a principiante. Y digo:
Te recomiendo lo siguiente. Si realmente quieres tener avances en la práctica de la pesca a mosca, te será muy útil documentar cada captura y cada jornada de pesca, de manera que las notas que sistemáticamente realices te permitan apreciar en perspectiva la experiencia que adquieres y los aspectos que puedes mejorar. Verificarás de este modo las situaciones de lanzado en que te halles y como se desarrolla tu capacidad de lanzar, en relación con el viento y las diversas situaciones de pesca. Asimismo, entenderás la reacción de las diversas especies de peces a las moscas, que son un gran señuelo cuyo único defecto es que no pueden inventar un pez donde no existe, pero donde ellos se hallan, con metódica insistencia lograrás establecer la mosca conveniente y el estilo de presentación. Tomarás conciencia de que un aspecto fundamental del señuelo es la posición en la columna de agua en la que él trabaja: superficie, medias aguas y fondo. Eso es lo primero; luego su acción (movimiento característico) y finalmente su semejanza con algún cebo vivo y su color. Esta forma de enfocar la pesca con artificiales es adecuada, sobre todo, para no sucumbir ante la masiva presentación de patrones y modelos que en catálogos y otros medios nos llegan a los pescadores que nos preocupamos por informarnos. Esto que te planteo está en el libro ya listo desde el punto de vista editorial (Técnicas y peces del aficionado cubano), pero quien sabe cuándo vaya a imprenta y librerías.
El fly, como te dije, es útil para todas las especies que pescamos en el país. Lo que más vas a requerir, además de perfeccionar todo lo que puedas el lanzado –en el agua y fuera de ella- es una gran paciencia y una gran capacidad de observación. Te darás cuenta de que el fly permite una mayor diversidad de presentaciones que el spinning, porque al manipular la línea directamente a mano controlas con mayor detalle la velocidad, longitud y variaciones del recobrado: halas una pulgada o un pie, muy rápidamente, muy suave y dando saltos por el fondo, como si  la mosca fuera un camarón de paseo, o a rápidos avances en el agua, como un alevín con prisa por ponerse a salvo de un depredados. Con esta técnica, lo que buscas no es una ensarta llena, sino el reto, la vivencia. He estado todo un día lanzando a fly en la costa, junto a un amigo que pescaba a spinning, y en un momento, cuando parecía que el día nada iba a dar, ensarto un cibí de dos y media libras, lo trabajo hasta el alcance de la mano y... lo pierdo. Pues esa pérdida no le quitó sentido a mi trabajo del día: por difícil que estuvieran los peces yo lo había descubierto, hecho picar y traído a mi lado, y lo que tenía que perfeccionar era la fase final de cobrado, una vez que le había aprendido al cibí una costumbre particular: no podía permitir que aflojara la línea. Así, más o menos, es el proceso.
Durante el lanzado siempre es conveniente atender el viento, su dirección y fuerza. A veces no es posible percibirlo en la piel, y sin embargo al lanzar la línea muestra una flojedad, una resistencia a avanzar en una determinada zona, y descubrimos que por ahí estamos enfrentando un filo de brisa que debe ser tomado en cuenta en el cálculo instintivo del lance. Recuerda que –si eres derecho- debes recibir el flujo de viento por la izquierda, para que el vuelo de la línea se aparte de tu cuerpo y se haga el lance limpiamente, sin peligro de encajarse el anzuelo o ser golpeado fuertemente por la mosca. El tiro clásico es con la caña recta, oscilando como péndulo invertido por encima de la cabeza, sin bajar demasiado en ninguna de las dos direcciones; pero si el viento molesta, puede hacerse el lanzado lateral, oscilando la caña a un costado y más cercana a la posición paralela respecto al piso.
Toma la línea en la mano mientras oscilas la caña (no más de tres o cuatro veces),  arriando un tanto a cada impulso, mientras bajas la caña en el momento del lance, en dirección al blanco. Si alcanzas diez metros, estás bien, pero la primera tarea es lograr el avance de la línea de la manera más lineal posible: la distancia viene después: con paciencia se llega a 15, con determinación, hasta 20 m, he visto lances de 32 metros.
Poco a poco el aprendizaje nos acerca a la posibilidad de decidir el modelo de mosca que debemos emplear en cada situación. No es necesario un arsenal inmenso, sino lo mejor escogido posible. En agua dulce una imitación de camarón, un “grillito” (la imitación de una ninfa de libélula), una “lombriz” para trucha, que hago con una pluma fina de gallo (de la golilla, negra o pardo oscuro), con un anzuelo fino y mayor del número 2, a cuyo montaje agrego una vuelta fina de plomo cerca de la argolla para que trabaje cerca del fondo. Cuida que la mosca que uses pueda ser portada sin esfuerzo por la línea. Una imitación de pez es llamada streamer -“estrímer”- y es básicamente lo que nosotros llamamos “pollo” o más propiamente la “chispa” para pescar en el mar: el anzuelo vestido con pelos o plumas para que se mueva como un pez. También con un poco de lámina de plomo enrollada sobre la caña del anzuelo, o sin lastre alguno. Lo otro es el Popper, que lo mismo funciona en agua dulce que en el mar. Los hago con un anzuelo de caña larga, de manera que me permita poner la cabeza del popper (corcho, madera de balsa, etc.) y quede la curva libre para algunos pelos o plumas. La trucha lo ataca; también el gallego, la picúa y otros en el mar. Para montar moscas se necesita generalmente un torno de montaje. Consiste básicamente en una mordaza de metal en la que se fija el anzuelo mediante el ajuste de un tornillo u otro mecanismo que lo presione.
Montar una imitación de camarón es un poco laborioso, y esta nota no quiere extenderse, pero el “grillito” lo harás de este modo: toma un anzuelo chico y plano, inoxidable y de superficie mate. Le pasas una capa de hilo desde la argolla hasta el comienzo del pozo. De una de esas cadenas de bolitas usadas en los tanques sanitarios o en encendedores de lámparas, corta dos bolitas y fíjalas sobre la caña del anzuelo, del lado opuesto a la punta, de forma transversal al eje del anzuelo. Entre el ojito y la curva del azuelo cubre la caña del anzuelo con una capa no muy espesa de algún material de color atractivo (amarillo para el mar; gris, verde olivo o pardo para el agua dulce), formando como un tallito o cuerpo fino de libélula. Luego tomas unas fibras de pelo de chivo, pelo de muñeca u otras y las anudas fuertemente en un pequeño espacio (2-3 mm) que vas a dejar entre el ojo del anzuelo y el comienzo del “tallito” (que en lenguaje de montaje de moscas se llama “dubbing”). Este haz de pelos, de similar color al del dubbing, o diferente, se anuda en ese punto y debe dirigirse, formando un abanico, hacia la punta del anzuelo. Este mismo “grillito” lo usas en el mar, donde simula un pequeño crustáceo del fondo, pues su modelo es básicamente una “Crazzy Charlie”, famosa mosca para la pesca del macabí en los bajos.
Para practicar en tierra, te harás una falsa mosca, que es un ojete hecho de alambre (3 cm) doblado en dos y torcido. El ojete es para anudar el líder, el segmento torcido para colocarle una mota de material de color llamativo (a veces he usado envoltura brillante de un caramelo), de manera que su visibilidad te permita controlar el lanzado. Comienza suave, alejado de otras personas que en su curiosidad pueda ser golpeadas por la mosca, que deben mantenerse apartadas de los ojos! Controla el viaje de la línea y luego lanza. Cuando alcances una distancia conveniente, inicia los tiros de precisión, haciendo algún blanco con tapas plásticas de tanquetas de pintura o algo parecido. Mide la distancia para que sepas lo que alcanzas. Una vez que tengas cierta confianza, ve al agua.
Recuerda que necesitas espacio para realizar los movimientos de lance; es algo a lo que te tendrás que acostumbrar lo mismo en la presa que en el mar. En agua salada hay bastante amplitud, mientras en agua dulce te sentirás cómodo en una balsa. Esto por ahora: cuando hayas llevado a cabo alguna práctica, escríbeme para estar al tanto e irte indicando alguna idea más. Si te es posible, emplea la fotografía también como documentación.
Otra cosa: el “mosquero” es habitualmente conservacionista. Para empezar, no se esmera uno en dominar una técnica más complicada y en general menos productiva que la carnada o el spinning, solo con el propósito de acopiar pescado: puede hacerlo mejor por las otras vías. Si un pez carece de talla útil o es una de las especies que está en desventaja ambiental (cual nuestra biajaca criolla), pues debemos soltarlo y dar el ejemplo. En Holguín hay buen ambiente de pesca, por lo demás, y no me extrañaría que hallaras seguidores.
Mucho éxito,
Ismael León Almeida


1 comentario:

Fide la pesca dijo...

Excelente libro para el aficionado cubano nada de preferencias, hay de todo para todos los gustos, llegue a este blog gracias a ese libro lo cual agradezco al autor, en Cuba no conocía que había un movimiento de pescadores así. saludos desde Matanzas

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