El Concurso selló con buenos auspicios el noveno año de CUBANOS DE
PESCA
por Ismael León Almeida
El titular nos ha quedado
triunfalista, qué vamos a hacerle. Decir que CUBANOS DE PESCA, como blog, ha
sostenido durante sus nueve años su vocación por indagar los asuntos propios
del título con el que se anuncia, y lo ha hecho sin tomar en cuenta las
carencias para acceder a internet que todo el mundo sabe o supone para el país
donde se vive y acerca del cual se escribe, no es más que insistir en asunto
demasiado corriente para que merezca desgastarse los escasos minutos en línea
en tales sollozos.
Alegra poder constatar que ya
tenemos compañía en este espacio, concebido para el estudio y la difusión de un
tema que en casi un siglo ha tenido escasa atención especializada en Cuba, a
pesar de que el territorio patrio es notablemente un archipiélago, con un
crecido espejo de aguas interiores además, la afición de cuyos habitantes al
deporte de las líneas y los anzuelos se comentaba ya en el siglo XIX, época en
que el sentido de la nacionalidad se hacía patente, entre otras formas, en la
fijación íntima del paisaje a través del arte. Pescar, ese paciente modo de
dejar correr el tiempo pensando en casi nada, permite a los sentidos
impregnarse del entorno, fijando en algún sitio de la psiquis esa clave
profunda de identidad.
Demasiado poco lo que hemos hecho
para una actividad que enlaza nuestro modo de ser cubanos con el sustrato
indispensable de nuestro estar: el país físico, su naturaleza íntima y
esencial: tierra de aguas, cómo entender que nos volquemos en el pensar como
individuos continentales, al punto que mucho se ha argumentado respecto a que
los cubanos hemos vivido, por una u otras razones, de espaldas al mar. Léase a
Onelio, a Serpa, a Jesús Castellanos, a Novás Calvo en sus entrañables
narrativas, eternamente humedecidas de relente y salitre. Alguno nos ha visto
de espaldas al mar, ¿será porque nos han querido de espaldas al mar? Poco,
creerán otros, que es pasear las costas en plan de entretenimiento, levantar
con el cordel y la caña una biajaca mínima, un cibí que escapa, atinarle a la
mancha que se adivinó exactamente en su tiempo y su marea, porque se ha podido,
con los años y la vocación, entender esa parte de nosotros mismos que son las
aguas territoriales ―cuáles las físicas, delimitadas en la geografía; cuáles
las íntimas, cartografiadas en la memoria y el afecto.
Entusiasma que cinco aficionados
a la pesca hayan enviado sus escritos a concursar, que otros tres, que habrían
tal vez deseado hacerlo, aceptaran ser jurados a pedido del editor.
No somos una multitud, ya se
encarga de hacerlo ver la mordaz aritmética, pero el relato que cuenta este
estadístico pase de lista nos marca una crucial diferencia: no abunda el blog y
su foro en darnos brillo al ego con nuestras sobresalientes capturas, que si lo
hiciéramos ya se sabe la emoción y los tintes de competitividad que nos
gastamos los pescadores y el mucho valor
que damos a nuestros avíos y cuán en alta estima tenemos nuestras habilidades.
Sería y será lógico. Pero antes de tales expansiones urge cada vez que vamos
ante el ordenador descubrir que nueva vertiente temática nos está gritando por
ser tomada.
Escribir sobre pesca es colmar un
sentido que compartimos unívocamente los residentes y el paisaje que nos toca,
se ha de insistir. El Concurso de texto
informativo y literario que este blog promovió, un tímido gesto hacia los
que realmente saben el contenido de esa entidad binaria: los que afincan el
paso en el arrecife mientras la ola espumea, y marchan como saludando al brote
de mangle, la gaviota insistente, el olor único del humedal, el rebullir del
pez bajo la superficie que nadie ve, sino el que sabe decir, “hay faje”, con la
expectativa del quien espera algo único que no puede tenerse en nuestros
apabullantes medios de tecnología digital. La vivencia.
Ocho personas han hecho su
trabajo y ha de descubrirse lo valioso que hay en cada página, en atreverse con
el tema, que no es asunto que se ha tratado todos los días, ni en cualquier
revista, o periódico, o página web del país. Ni hay tantos libros como debiera,
en una isla que no es tan pequeña, ni tan escasa de población, y que
afortunadamente no carece de nivel educacional para expresarse. Es probable que,
por hallar seis textos que expresan certeramente un tema tan poco prodigado en
los medios impresos, audiovisuales y digitales del país, el título de esta
entrega de hoy le ha salido al editor tan triunfalista.
Pues así ha de ser. ¿Es que vamos
a dejar de alegrarnos cuando Alexis Medina, de Camagüey, nos sorprende con
trabajo extenso acerca de la historia natural, vida y milagros de una especie
apenas mencionada por la afición de vanguardia, que es el patao? Y en el modo
de abordar el relato, que no deja dato importante de la vida y costumbres de la
región donde pasó la infancia e inició sus vivencias de pescador, integra
valores que apuntan a convertir el texto en un producto genuinamente cultural.
Valga el comentario, avalando la autenticidad del tema, que asimismo conocimos
la pesca del patao en los manglares que rodean el cauce bajo del río Carraguao,
en Pinar del Río, donde hacen grandiosas ensartas los pescadores los días de
luna llena de noviembre; ¡y la técnica que aplican en aquel extremo de la Isla es
exactamente la que describe Medina para su región! Y si algo faltara, digamos
que también en la Ciénaga de Zapata se ha comentado de las propiedades
alucinantes del consumo de Patao. En otra contribución, Alexis Medina recordará
sus inicios como médico en Cayo Romano, dando notables constancias de la
ictiofauna de ese distante y agreste rincón del archipiélago.
Un gusto que Luis Orlando Ávalos
Valdés escriba de un tramo de la costa sur de Cuba que despierta añoranzas.
Porque descubrir Playitas, en el litoral del municipio Cumanayagua, en Cienfuegos,
fue por un tiempo como contar con un paraíso personal... hasta que un camino
abierto por algún generoso inversionista permitió que de la mínima franja de
arena pudieran servirse todos aquellos que jamás habrían caminado los largos y
deslumbrantes kilómetros desde la carretera que enlaza la capital de esa
provincia con la villa de Trinidad. La última Playita que vieron nuestros ojos
estaba colmada de bañistas, se bebía en el día buenos extractos alcohólicos, la
música se expandía gracias a la energía de las baterías de los camiones y
tractores que hasta allí pudieron llegar por el cómodo terraplen. Luis Orlando
Ávalos Valdés, al participar en el concurso, nos devuelve la playuela agreste
de hace tantos años, dando a su relato un aura de descubrimiento que llega
incluso a quien alcanzó esa orilla, cargado con dos mochilas, con las mismas
expectativas que el grupo de jóvenes que hace su marcha de 13 kilómetros hasta
el pesquero. Excursiones como esta deberíamos poder realizarlas todos alguna vez,
o dos, o tres..., cada año. Todo lo que hace falta es cuidar, como todas las
herramientas de la ciencia, sitios de tal valor.
Parejas en amenidad están las
cuartillas que envía al concurso José René Rigal, que da vuelo literario a su
escrito, convirtiendo al pez en otro personaje a bordo. “¡Tú estás loco, yo no
le pongo la mano a ese nailon ni muerto!”, dirá un pescador avezado a quien le
pide ayuda: no hay lector que cuente años de experiencia trasegando cordeles y
calando anzuelos encarnados que necesite explicación para esa expresión de
alarma, ni que deje de sentir la emoción de ese momento cumbre de las lides de
pesca de las que cada aficionado atesora
siquiera una. La sorpresa llega una línea adelante, pues no hay razón práctica
explicada, sino especie de mito, con regusto marinero: “Dicen
que cuando el nailon cambia de mano, el peje siempre se suelta”. Pero
este autor de la ciudad de Holguín no soltará al lector en muchas páginas,
haciéndole revivir la emoción única, semejante al cuento que todos leímos Onelio
Jorge Cardoso, cuando revela, sin haber llegado al final del relato ni haber
cobrado la pieza: “...un pez tan sumamente hermoso, que
parecía obra de la imaginación.”
El saber de los pescadores en
balsa del litoral de La Habana llegó a Cubanos de Pesca con los relatos de
Lorenzo Espinosa. Residente inmediato al mar en el municipio Playa, cada fase
de los preparativos, iniciados al filo de la madrugada, ilustran un capítulo
todavía carente de examen textual, dado que su ya longeva presencia en las
prácticas piscatorias del país identifican al balsero con prácticas de
furtivismo y, más controvertido aún, con la crisis de 1994 y sus miles de
emigrantes. Lo esencial, lo verdaderamente de fondo en el auge en el uso de
balsas de neumáticos o “poliespuma” es que la obtención de una embarcación, un
simple bote de remos, una lanchita de motor “paca-paca”, se convirtió para el
cubano de plantilla, tarjeta y salario mensual en un objetivo celestial, tal su
distancia de las posibilidades terrenas. En mucho el costo alejaba ese humilde
propósito de los modestos aficionados de otras épocas (nada que ver con los
yates del Miramar Yacht Club, que sí costaban sus miles), en parte los
materiales imposibles, en parte, ¡en parte!, por la reticencia de las autoridades
a viabilizar tales trámites. Entonces, venga ese neumático de ómnibus o camión,
vengan esas planchas de poliespuma, y vamos al agua, a riesgo. Lorenzo Espinosa
documenta su día de pesca a bordo, anota cada paso de la rutina técnica, sin
ahorrar el sobresalto y el gusto de embarcar su coronado, que corre mejor en
luna llena, de marzo a abril y siempre a la luz del día.
Rafael Bauzá Diez, que es de los
habituales del Foro, lleva un tiempo ensayando la paciente colecta de la
tradición piscatoria de una afamada villa litoral. Nada menos que Gibara, en la
costa de Holguín, donde toda quilla que se abra al horizonte cortará las ondas
del Canal Viejo de las Bahamas, el histórico paso transoceánico. Se aventura en
una entrevista, género de riesgo que suele iluminar secretos si hay una mano
sabia en el cuestionario. Esta vez la ternura del encuentro humano, el diálogo
que corre natural en los renglones y, finalmente, la provocación para que el
tema de la pesca fluya en el nonagenario pescador, dando testimonio de la
tradición, hasta llegar al clímax que siempre parece nuevo a los oídos: “Cuando la tenía arriba la pude mirar bien,
era una palometa, me llegaba más pa’rriba de las rodillas, el
corazón me quería explotar me senté un
rato en un hueco de la piedra del diente de perro a respirar”.
Yo agradezco a nuestros cordiales
jurados, entre ellos a Moisés Mayans, que es editor de profesión, poeta de
varios títulos y todo un promotor cultural, y con todo ello es un aficionado
recurrente a la pesca, que le sigue las lunas a la picada de truchas y
tilapias en su silvestre y culta
Holguín. A Samuel Yera, el ingeniero capitalino que un día se mudó a la central
Villa Clara para estar más cerca de los mejores embalses del país, tomándose en
serio el aprendizaje profesional del deporte de la pesca, al punto que los
reticentes institutos del turismo no pudieron retraerse a la necesidad de
contar con él, guía de tantos años ya en la Cayería. Y a Rubén Sánchez, que
junto al amigo Rodolfo enviaron desde New Jersey los artículos que premian este
certamen, y además halló tiempo para evaluar los textos, entre sus compromisos
de trabajo y las exigencias de los estudios, porque es un joven que aún asiste
a clases y se examina, y va de pesca cuando puede, y ha colaborado con el blog
con textos sobre su entrañable Hanabanilla.
Aunque la simple permanencia de
este sitio sería suficiente testimonio, fe de vida del tema y de las gentes que
de él nutrimos la imaginación, CUBANOS DE PESCA ha crecido un palmo en estos
nueve años, del mismo modo que un cachorro humano de la misma edad deja ver sus
nuevas dotes. Los accesos a la página principal del blog promedian en este año
unas 1 090 visitas mensuales; las secciones más seguidas han sido “Todos los
peces”, con 398 visitas en un mes, y “Avío criollo”, con 328, ambas en junio; mientras,
sigue el interés en “La trucha cubana” (253 en octubre) y la “Galería de
prensa” (327 en junio). Con una accesibilidad garantizada, no es aplicable a
este blog la receta de escribir entradas breves para lectores apresurados: comunicar
es gestionar contenidos, no meramente entretener o enterar sin profundidad:
seamos un libro de consulta en internet, creemos informaciones de valor
permanente. La estructura informativa muestra cabalmente su funcionalidad, y ya
es palpable que la principal necesidad del blog es hallar contactos en nuevas
zonas del archipiélago, para que desempeñe su labor informativa de manera más
cabal. Las voces que el concurso ha contribuido a descubrir, muestran que es
factible. El Foro, por su parte, parece haber alcanzado definitivamente su
autonomía como espacio de diálogo entre pescadores; ya anda por 123 temas de conversación
y este año han estado activos 70 (56.9%). En algún tiempo este sitio será una
muestra de los intereses y motivaciones actuales de los aficionados a la pesca
en el país: para ello es necesario que más pescadores tengan acceso a internet
y que una mejor comunicación sea logrado con la incorporación de un mayor
número de interlocutores en diversas regiones cubanas. Cada nuevo miembro del Foro
lo demuestra, como ha sido el caso de recientes intercambios sobre pesquerías
en la región de Gibara y en la de Cienfuegos. Han sido temas de creciente
interés “Los carretes Luxor Saumon Mer”, de Zapito, con 496 visitas, una
muestra de dominio de información técnica e histórica de singular valor para el
aficionado. En “La pesca de orilla con vara de Yaya”, del gibareño Rafael, se
pone de manifiesto la mirada atenta y la sensibilidad hacia la tradición local
(415 visitas y 30 respuestas); mientras “Cangrejo rojo vs. Cangrejo azul”
resultó un punto de vista que se nutre de la capacidad de los aficionados a la
pesca como sagaces observadores del medio natural, una cualidad que esperamos
aprovechar más entre todos (tuvo 376 vistas y 19 respuestas).
A estas alturas, es innecesario
insistir en que CUBANOS DE PESCA no se ha propuesto sorprender con una
inusitada maestría, ni competir en cantidad de visitantes, ni hacer de vitrina
de excelsos campeones, de glamorosas armaduras. Mostrar de modo natural,
modesto y digno, el diálogo nuestro con las aguas, nuestro intrínseco modo de
pescar, acogiendo la costumbre tal cual es. Aspiración alentaremos de alcanzar
mejores cotas conservacionistas, pidiendo se capture y se suelte razonablemente
el pez que sea necesario proteger (ya se ha dicho respecto a la biajaca, lo
apelamos respecto al macabí y el sábalo por sus valores turísticos), mientras
estamos abiertos a planteamientos responsables y argumentados que busquen el
mejor derecho para el disfrute de los paisajes acuáticos de nuestra soberanía.
También habrá ocasión para el examen de nuevos temas, a la luz de anunciadas
novedades en el campo de la economía, escuchando proyectos que sean capaces de
prever nuevos productos de gestión turística que permitan obtener valores a
partir de recursos de la pesca, aprovechando el saber de los pescadores, y
apartándoles de impactos destructivos sobre el medio natural.
Les saludo, les expreso en plural
la gratitud, por la compañía que ya existe y ha de crecer, con suerte, y que lo
mejor que podemos esperar es que 2017 nos enseñe mucho.
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