03 febrero 2015

EUGENIO LEJOS DEL AGUA
Hace diez años que no pesco, dice, a media mañana de un lunes de finales de abril. Eugenio Sánchez tiene ahora 75 años y vive solo en un fresco y alto apartamento del Vedado, haciendo caso alguno que otro año al reclamo de hijos y nietos que desde la distancia le piden que al menos los visite en el país donde ellos viven. Asegura que haber convertido la pesca recreativa en su profesión acabó por privarle del afán, de la emoción de ir de pesca. Recorre el Malecón, su territorio juvenil, y todavía le reconocen, cuando la mayoría de los iniciadores de la pesca a spinning en el emblemático muro de La Habana ya no está para acompañarlo en el paseo. Recuerda entre los primeros pescadores a vara y carrete del Malecón ―los “espinistas” o “espineros”, si vamos a hablar con exactitud el lenguaje del muro― a Alexio Gessa, primer Comisionado nacional de pesca deportiva. A López Peña, “el que hacía las bolsitas” ―v. gr., las cartucheras o carboneras, para llevar los señuelos a la costa―. Junto a Gustavo Iglesias, ético, técnico y defensor de la deportividad entre los federativos de la pesca en Cuba, se encontraba el día en que éste capturó su dorado de 52 libras, récord nacional por muchos años. Rememora que Roberto García era “el pescador más elegante” trabajando un pez. Vino Eugenio de un poblado llamado La Sal, allá por el territorio insular inmediato al golfo de Guacanayabo, pero es como si su historia se hubiera completado toda en la capital cubana: “El Malecón es la universidad de la pesca en este país”, dice que alguien le dijo. Eran históricas las arribazones de la pintada en la boca de la bahía. Sus territorios para el spinning costero fueron también los tramos de Playa Larga a Guasasa, Cabañas a Punta Hicacos, el Cabo de San Antonio, y el sur de la Isla de Pinos, antes y después de que la nombraran Isla de la Juventud. Su récord personal, una jiguagua de 26 libras en el Malecón. Podría seguir conversando el punto y se nos iba la mañana en ello, pero he venido a hablar de la pesca turística de la trucha. De niño pescó biajacas en un arroyo por propia inspiración, lo que le costó más que regaños. Luego el progenitor, tal vez dolido de sí mismo como ocurre a veces a los padres, decía alguna vez que quien iba a pensar que su profesión saldría de aquella escapada de pesca por la cual dio a su muchacho “una pela”, por la preocupación que puso en la casa la demora del niño. Frecuentando el litoral capitalino, Eugenio Sánchez acabó por integrarse en los años setenta al trabajo profesional de este sector en la antigua Comisión Nacional de Pesca Deportiva; los comisionados de ese período fueron Fidel Pérez, Tatica, un buen pescador marítimo de la localidad costera de Jaimanitas, y luego vino el mandato de Ángel Tejeda, quien permanece en el cargo hasta que llega el momento del pase a la Federación Cubana de Pesca Deportiva. Dentro de este período se halla su labor junto a Gustavo Iglesias en el Taller de Prototipos del río Almendares, donde producían una notable gama de señuelos para la pesca fluvial y de mar y vestían varas de pesca. Esta etapa concluye en 1986, cuando Sánchez pasa al departamento de Caza y Pesca del Instituto Nacional del Turismo (INTUR) como especialista de pesca. Asesoraba la organización de torneos y la demanda suministros, y en alguna ocasión impartía conferencias técnicas, siguiendo la pauta científico divulgativa que ya en aquella época lideraba el doctor Darío Guitart Manday, fundador del Acuario Nacional y el Instituto de Oceanología. En esta etapa participó en la realización algunas películas promocionales de pesca de agua dulce y salada para Canadá, Francia e Italia, algo que “lo hizo bastante famoso”. Una vez se encontraba en un sitio y un muchacho extranjero se le acercó para preguntarle si él era Eugenio Sánchez; cuando lo confirmó, salió muy emocionado a decírselo al padre. Las películas las pasaban tres veces a la semana por un canal de la televisión italiana. Se mantiene en el INTUR hasta 1992, cuando pasa a la representación en el país de la agencia italiana de pesca y caza TES International, en cuya plantilla permanecerá siete años. Los lugares donde entonces se promovía la pesca turística eran: Guamá, o sea Laguna del Tesoro, en Ciénaga de Zapata; el embalse Zaza, en la provincia de Sancti Spíritus; Hanabanilla, en Villa Clara; Avilés o El Granizo, en la provincia de Cienfuegos; la famosa laguna La Redonda, en Ciego de Ávila, y Cuyagüateje, en Pinar del Río, que “Fue muy lindo, pero duró poco”. Leonero, otra laguna de la zona oriental, aún mantiene su prestigio entre aficionados locales y foráneos. ―En la medida en que se desarrollaba la pesca profesional en agua dulce, se fue limitando la pesca turística―. Lo que Sánchez acaba de expresar se refiere a la acuicultura, y puntualiza al respecto el impacto que provocaba en las poblaciones de trucha la pesca de arrastre y la captura de ejemplares de esta especie que nunca eran devueltos al agua, a pesar de que la especie no era de interés para la pesca comercial. El tema fue objeto de discretas reclamaciones a cierto nivel, pero los embalses se continuaron explotando con los procedimientos de siempre y la pesca de la trucha declinó. La pesca de la trucha, cuyo nombre es lobina negra boquigrande (Micropterus salmoides) y se comercializaba en el turismo internacional como bass, o sea, black bass largemouth. La oferta que tenía la temporada de diciembre a abril, se cobraba a razón de 80 o 90 dólares por día por pescador, con alojamiento. Los principales clientes eran norteamericanos, italianos, canadienses y franceses. Dan Snow fue el primer turoperador que trajo turismo de pesca a Cuba; tenía una compañía en Houston, Texas. Venían semanalmente entre 5 y 10 pescadores a Guamá, Zaza, Hanabanilla, El Granizo Eugenio estuvo a cargo de la compra en Montreal, Canadá, de una flotilla de lanchas especializadas para la pesca de la trucha. En total fueron adquiridas 15 Bass Trackers con motor Yamaha de 20 hp, además de tres trailers (remolques) para trasladarlas, equipamiento que se destinó a Hanabanilla. El costo fue de unos 2 000 dólares canadienses. Hanabanilla tenía buenos guías de pesca. En Zaza y La Redonda pescaban con lanchas Halcon, con motores de 55 hp, y en Leonero se pescaba con botes a remo. En la época en que Eugenio trabajó en el turismo ya no se organizaban torneos internacionales de la trucha como el que inició la oferta de este producto en 1978, con el certamen celebrado en Laguna del Tesoro. Durante la época en que trabajaba para TES, Sánchez adoptó el hotel Zaza como centro de operaciones. Cerca del mediodía, el antiguo experto en pesca turística hará una demostración de lo aprendido en contacto con la agencia italiana. Mientras el diálogo sigue adelante en un entrecortado intercambio de preguntas y respuestas, Eugenio entra a la cocina y comienza a preparar una pasta Reggina. ―Lo primero es la salsa, que se prepara con embutidos, cebolla, ají, comino, ajo, aceite, puré de tomate... ¿puedes comer pimienta? ― ¡De todo! ―...pimienta. La salsa se prepara con tiempo, se deja reposar. Entonces calentamos agua abundante, hasta que hierve, se agrega sal y aceite... el aceite al final. Se vierten las pastas y se cocinan al denti. Eugenio insiste en que las pastas demasiado blandas son dañinas. Por eso las cocina al denti, que es una consistencia apropiada para masticar y deglutir, pero no blandas. Luego resume: ―El sofrito temprano, para que se concentre. Y comer acabado de hacer―. Mientras las pastas envuelven el tenedor, da tiempo de preguntas: Editor: Dan Snow, norteamericano, decía todavía en los noventa que en Cuba podía estar el próximo récord mundial de la trucha, ¿hay motivos para creerlo? Eugenio: Pienso que fue posible, sobre todo en Hanabanilla. Este embalse daba ejemplares grandes. De truchas de media libra a dos libras, te saltaba a 10, 11, 16 libras. Yo tengo una de 13,5 libras, pescando con Ignacio, uno de los guías de allí. Fue cobrada con una lombriz artificial negra de 10 pulgadas, sobre una profundidad de cuatro a cinco metros. Ed.: ¿Puede comentar las causas que, según las noticias que hayan llegado a usted, provocaron la declinación y casi desaparición del producto turístico pesca de la trucha? Eu.: La pesca profesional de Cuba arruinó la pesca turística, debido a las artes de pesca que usaban, la introducción de especies como las Clarias... No hubo una política de preservación del bass. No se pensó en el valor deportivo, turístico, de la trucha. Los turistas no se llevaban la trucha. Millones de personas pescan la trucha en Estados Unidos, es su deporte nacional. Aquí tenemos truchas de 4 a 14 libras. Venían a buscar su récord personal. La trucha no es fácil. Tú mismo te pones a pruebas, si eres capaz de pescarla. Ed.: Se dice que una de las causas es la Enfermedad Ulcerativa de la Trucha, que –cito reportes oficiales- abarcó embalses de todo el país, y que además perjudicaba a otras especies fluviales. Eu.: Eran las manchas blancas aquellas y dice que fue un americano que la trajo. Hizo bastante daño. Ed.: Pienso que uno de los hitos esenciales en la pesca turística cubana fue la derivación desde la pesca mayor, la herencia hemingwayana, hacia la pesca marítima de avíos ligeros. Eu.: Creo que en ese cambio estuvo involucrado Luciano Maragni, también de TES International. Al principio no iban en busca de una especie en particular... Lo primero fue pesca a la traina con avíos ligeros, luego la pesca a spinning con señuelos artificiales sobre cabezos... En Cienfuegos hasta pegaron unos cuantos atunes, uno de ellos con 50 libras de peso. Eugenio Sánchez no languidece lejos del agua. No padece de añoranza, ni de melancolía, por haber dejado su pasada afición. Más bien parece alguien que completó en la pesca recreativa todo un ciclo, viviéndola a fondo. Uno llega, le hace una pregunta, y él responde como si ayer mismo llegara de la última pesquería.

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