RÍOS CONTAMINADOS PREOCUPAN
EN LA TELEVISIÓN
Por Ismael
León Almeida
Editor de
CUBANOS DE PESCA
La contaminación de
los ríos cubanos fue tratada este martes (10 de marzo de 2015) en la sección
“Cuba Dice” de la emisión estelar del Noticiero Nacional de Televisión.
Conducido por las
periodistas Maray Suárez y Gisela García, el espacio de crítica periodística se
enfocó en uno de los problemas ambientales más controvertidos del país, donde
una notable legislación dirigida a controlar diversas formas de contaminación
es poco menos que inoperante, entre otras razones por el escaso interés de la
propia población, como demostró el material emitido en el segmento final del
noticiero.
Mientras señalaban
que el daño comienza a revertirse en el río Almendares, el principal y
emblemático entre los 15 cauces que cruzan el territorio de La Habana, entre
los propios vecinos residentes en las inmediaciones de estas fuentes de agua se
detectaron algunos casos en que contribuyen directamente al vertimiento de
residuales sólidos, lo cual justificaron con la necesidad de deshacerse de
ellos por la insuficiencia de los sistemas de recogida en sus barrios.
Algunos cauces son
tratados verdaderamente como basureros, dijeron en referencia directa al río
Quibú, del lado oeste del territorio habanero, en cuya desembocadura el editor
de CUBANOS DE PESCA ha fotografiado en diversas ocasiones espesas capas de
residuos, principalmente recipientes plásticos desechados, aparte del mal olor
y la visible degradación de las aguas, que antes de verterse al mar entre los
repartos Flores y Náutico, en el municipio de Playa, bordea un trecho las
instalaciones del Palacio de Convenciones, sede de importantes conclaves
nacionales internacionales, entre tales las sesiones de la Asamblea Nacional
del Poder Popular.
Algunas expresiones
muestran la persistencia de una retórica vacía y sin compromiso: “hay
negligencia de los factores (el funcionariado)”, “hace falta un poco más de
orden”, “hay que insistir en la disciplina (social)”. Entretanto Odalys Goicoechea,
directora de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio
Ambiente (CITMA), planteo que los responsables de los focos contaminantes deben
ser “informados”, en tanto aseguró que algunas industrias se han trasladado,
sin mencionar ejemplos de casos que tal medida se hubiera adoptado. La lentitud
en la ejecución de la red de alcantarillado urbano y el retraso en la ejecución
de obras de tratamiento son algunos de los problemas planteados.
El 12 de febrero de
1996, como periodista de una agencia oficial, nos tocó cubrir una actividad
denominada “CAP-UPEC”, en la que el gobierno de la ciudad, presidido entonces
por Conrado Martínez Corona, dialogaba en vivo y en directo con la prensa
local. El tema de este día fue el río Almendares. No hubo pretensión solemne:
las aguas del principal cauce capitalino fueron calificadas de “enmierdadas”
por un notable asistente. Se anunció allí mismo la realización, cumplida pocos
meses después, de la Mesa Redonda Río Almendares SOS, liderada por el Dr. Antonio
Núñez Jiménez.
Si algo nos dejó a
todos aquel evento, precedido por una expedición de tres días que recorrió toda
la cuenca del río, fue la convicción de que existen métodos, herramientas y
estilos para lograr que la convivencia con las fuentes acuáticas no derive en
polución y abandono, que constituyen, además de sus consecuencias sanitarias y
de otros tipos, una agresión dolorosa a la esencia cultural y el sentido de
pertenencia que guarda una relación respetuosa con el medio natural.
Lo dijo con claridad
Núñez Jiménez en aquella ocasión: “...cuando
exista una preocupación como ésta la prensa debe indagar, entrevistar a todas
las instituciones involucradas para esclarecer. Y ejercer la denuncia.”. Los
periodistas, dijo también, debían calificarse para estas tareas.
Los que tenemos
suficiente edad, podemos asegurar que todavía hace medio siglo cada corriente
de agua era un reservorio potencial de entretenimiento sano para las
poblaciones ribereñas. Las pesquerías recreativas eran frecuentes y posibles porque
la población de biajacas criollas, guabinas, anguilas y otras especies
subsistían en los cauces, sin el impacto de sobrepesca ni de los ―en
apariencia― elevados niveles de contaminación vigentes. El país tuvo, desde la
época colonial, normas para proteger las aguas dulces, y del respeto que las
autoridades exigían no sería difícil hallar testimonios.
En la actual
generación de pescadores aficionados cubanos no se ha descubierto aun la
motivación por formar parte de la búsqueda de soluciones a un problema que nos
toca, como primera línea de contacto de la sociedad, a pesar de creer que usar
las aguas como pasatiempo, para buscar pescado o solucionar necesidades de
bolsillo, son las únicas opciones ante el medio acuático, dejando al estado la
obligación de darse cuenta de los problema y solucionarlos.
Los aficionados a
la pesca, que en el mundo se hallan organizados en asociaciones reconocidas en
su ámbito social y con capacidad de opinión y de acción, se involucran lo mismo
en el saneamiento de cursos de agua que en la reintroducción de especies
autóctonas, que en propuestas y debates en torno al marco legal referido a su
actividad de tiempo libre. Nada raro resulta, por esta razón, que en algunos
países la pesca deportivo-recreativa sea evaluada por los gobiernos como un
recurso más, de modo similar a la pesca comercial.
Ha hecho bien “Cuba
Dice”. Frente al doble rasero ciudadano de contribuir al daño y exigir
solución, y al discurso empresarial de las “carencias” y “dificultades”,
pasando por alto soluciones científico técnicas cuya aplicación la autoridad
debe propiciar y exigir, el medio de opinión seguramente recordará a unos y
otros la obligación que las leyes cubanas imponen, de asegurar la calidad del
agua en los reservorios naturales o artificiales del país.
La contaminación de las aguas no solo preocupa
a la televisión en Cuba. La realidad es que el medio ha sabido mostrar un
perjuicio que, no siendo su impacto preocupación verdadera más que para los que
alguna vez lo reciben directamente, llega la sociedad a “inmunizarse” de su
existencia. Hasta que un día.
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